martes, 25 de noviembre de 2008

Los textos multimodales

Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? Los místicos, en análogo trance prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y las circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur. (No en vano rememoro esas inconcebibles analogías; alguna relación tienen con el Aleph.) Quizá los dioses no me negarían el hallazgo de una imagen equivalente, pero este informe quedaría contaminado de literatura, de falsedad. Por lo demás, el problema central es irresoluble: La enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito. En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es. Algo, sin embargo, recogeré.

“El Aleph”, Jorge Luis Borges.

La representación y difusión de las ideas se realiza por medio de múltiples sistemas de signos; cada uno de ellos posee una lógica y un modo de materialización propio. Sin embargo, por largo tiempo se ha pensado que la escritura es el único y principal medio a nuestro alcance. A pesar de la aparición de la radio, la televisión y el cine esta situación se mantuvo. Ahora, con la aparición de los textos digitales y, en especial de la Internet, pareciera que la dominación del libro estuviera llegando a su fin.

En la era de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación la presencia de textos multimodales se ha comenzado a comprender que existen otros modos y ambientes en los cuales la comunicación puede ser tan o más significativa que mediante la escritura. La imagen y con ella, el vídeo, el sonido, el gesto han retomado un lugar clave en la construcción de textos con carácter significativo. En esta medida, las actuales teorías que explican el proceso de adquisición de los sistemas de comunicación compartidos por los interlocutores en un contexto determinado, deben cambiar o adaptarse a las nuevas exigencias si no quieren desaparecer. Entre ellos, el concepto de alfabetización inevitablemente será revaluado porque si el significado de un mensaje puede ser transmitido de diferentes modos, entonces será necesario construir nuevas definiciones de lectura y escritura que validen y reconozcan estas formas de preservar la memoria que antes eran marginales y hoy hacen parte de la cotidianeidad.

La lectura y escritura de textos electrónicos plantea usos y valores diferentes a aquellos que se han identificado con los textos impresos. Leer o escribir textos multimodales exige la adquisición de habilidades relacionadas con la capacidad para comprender y descubrir significado tanto en los signos como en la forma y la intención con las cuales se integran estos signos en conjuntos coherentes de significado. De igual manera, será necesario identificar las características funcionales de los modos de comunicar para aprovechar su especialización. Es así como no bastará escribir con propiedad y corrección para ser considerado una persona alfabetizada; además, será necesario estar en capacidad de incluir en los textos elementos aparentemente contradictorios pero con un ordenamiento y regularidad que presupongan una lógica compartida con los interlocutores del texto o que por lo menos les permitan establecer inferencias acerca de la manera en que fue pensado éste.

Al igual que cambia el modo de leer y escribir, debe transformarse el espacio dominante de aparición del texto. El lugar que durante tanto tiempo ocupó la página, de manera inevitable está siendo ocupado por la pantalla. En esta medida, también se traslada la lógica del texto de un espacio jerárquico dominado por la escritura a un espacio altamente asociativo dominado por la imagen. Esto significará también una evolución en la concepción del lector y del escritor.

Con la aparición de los hipertextos, en especial con el crecimiento de la red mundial, el espacio de la escritura estático que caracteriza al texto impreso es superado por un espacio de escritura dinámico y altamente interactivo. El hipertexto como un conjunto de tópicos y sus conexiones entre ellos o con otros textos, exige que el autor defina explícitamente las relaciones significativas que soportan la estructura de su texto y a la vez le permiten al lector la elección de las rutas para la reconstrucción de estos significados. Cada texto entonces construirá su propio alfabeto de signos mediante una comunión entre un lector y escritor que comparten un pasado común.

El texto electrónico transforma la noción de escritura y por ende, de lectura porque al estar abierto a múltiples sistemas de representación produce una experiencia multisensorial de aprendizaje y de contacto con el conocimiento. El hipertexto se construye y se deconstruye mediante el pensamiento asociativo, tal y como se piensa. No existen caminos de lectura equivocados solo rutas de exploración que permiten ampliar el horizonte en la búsqueda de la enciclopedia universal constituida por un universo infinito de signos que no se superponen unos a otros sino que aparecen de manera simultánea ante los ojos del lector. Una experiencia que la escritura alfabética nunca podrá ofrecernos y para la que tal vez aun no estemos preparados.



Walter Zapata

Estudiante de la Maestría en Educación.
5 de noviembre de 2008

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