martes, 25 de noviembre de 2008

El lenguaje como construcción social

Una vez, un hombre cuyo oficio consistía en vagabundear y vivir a costa de los demás, tuvo la idea de hacerse maestro de escuela aunque no sabía leer ni escribir, porque aquel era el único oficio capaz de permitirle ganar dinero sin tener que hacer nada porque es notorio que se puede ser maestro de escuela, e ignorar completamente las reglas y rudimentos de la lengua; basta con ser un taimado que haga creer a los demás que es un gran gramático; y ya se sabe que el gramático sabio es, por lo general, un pobre hombre de ingenio corto, mezquino, humillante, incompleto e impotente.

Las Mil y Una Noches, Noches 381 ª, 382ª y 383ª

La escuela se ha sostenido en un principio equivocado al creer que sólo en ella y gracias a los buenos oficios de los maestros se puede aprender a leer y a escribir. Al ingresar al sistema educativo los niños vienen cargados de experiencias significativas relacionadas con el uso social de los textos escritos pero deben someterse a métodos artificiales de enseñanza que los llevan de lo simple a lo complejo o del todo a las partes. De esta manera, se interrumpe un proceso natural y de carácter social bastante similar al aprendizaje de la lengua oral. Con o sin maestros, los niños aprenderán a hablar y si están en un ambiente propicio para la interacción comunicativa, también aprenderán a leer porque ambos son procesos que se inician, adquieren sentido y se usan en prácticas sociales que ocurren por fuera de la escuela.

Tanto el lenguaje oral como el lenguaje escrito son invenciones sociales empleadas para conservar las ideas y preservarlas del olvido en el tiempo y en el espacio. La tarea de quien escucha o lee es buscar significados tanto en aquello que dice el texto como en la forma que lo dice. La lectura en las historias de la tradición oral que aun hoy conservamos hasta las obras maestras de la literatura universal, pasando por los periódicos y revistas de actualidad, requiere de un propósito y unas estrategias por parte del lector para obtener el sentido de los textos y formarse una imagen de la información que estos presentan.

Sin embargo, los agentes encargados de la alfabetización tradicional han privilegiado el método y la instrucción por encima del respeto por el proceso y las necesidades comunicativas de quienes asisten a los programas escolares. De igual manera que ha ocurrido con el texto impreso, en la incipiente alfabetización relacionada con las tecnologías dependientes de la pantalla, la escuela y los maestros continúan desconociendo que la lectura y la escritura constituyen prácticas sociales y culturales sin importar el medio en el cual se materialicen. En consecuencia, el uso del lenguaje oral, escrito o visual tiene propósitos comunicativos que adquieren sentido más allá de las aulas de clase.

Cuando ingresan al sistema educativo, en cualquier nivel o modalidad, las personas poseen un conocimiento implícito acerca de la utilidad tanto del lenguaje oral y escrito como de la imagen, el sonido y el vídeo para construir significado. Ahora ante la presencia de los textos e hipertextos digitales de carácter multimodal que integran todas las formas de expresión y pueden conservarse, transmitirse o compartirse por medio de la Internet, surge el reto de convertir la escuela en un escenario comunicativo donde se tejan relaciones entre las comunidades locales y el mundo.

A pesar de lo evidente y necesario que es repensar la educación, los maestros y la escuela están poco preparados para enfrentar la situación. Si bien las nuevas generaciones usan de manera cotidiana y eficiente las nuevas tecnologías de la comunicación en sus prácticas sociales y culturales, parece que pocos maestros poseen las habilidades y conocimientos para convertirse en los modelos necesarios en la búsqueda y construcción del conocimiento en fuentes hasta ahora excluidas de las prácticas escolares; estos sólo se adquieren durante la interacción en escenarios comunicativos que por ahora son ajenos y extraños a la escuela.

Las nuevas y complejas formas de alfabetización que se desarrollarán por fuera de la escuela como resultado de las prácticas comunicativas mediadas por el uso de la Internet y los computadores exigirá también nuevas formas de enseñar y aprender en escenarios virtuales o por lo menos diferentes a las rígidas estructuras del actual aparato educativo. Las nuevas tecnologías constituyen un movimiento indomable y será necesario renunciar a encasillarlas en programas rigurosos y métodos preconcebidos para aceptar la incertidumbre como su más valiosa virtud porque aun no sabemos cuáles serán las exigencias comunicativas de la nueva sociedad de la información y porque es posible que los maestros de escuela no estemos allí si insistimos en seguir creyendo que nuestra labor es vigilar, aprobar y desaprobar, mientras otros aprenden aquello que nos negamos a conocer por nuestros propios medios
Walter Zapata
Estudiante de la Maestría en Educación, Universidad de Antioquia

1 comentario:

Marcos J. Solano Florez dijo...

Walter, eres una enciclopedia andante. Admiración por textos tan pulidos y con fuentes tan diversas.